We all win

Vestía medias rotas y unas converse de color negro falsas con una camiseta de manga corta en la que se podía leer con facilidad “Die, bitch, DIE!”, había mentido a su madre sobre el significado, pero en realidad estaba claro. Iba con el rímel corrido desde aproximadamente unas dos semanas, se pensaba que así su ex se sentiría culpable y querría volver con ella, pero después de dos intensas semanas con la misma ropa día tras día, no hubo el mínimo contacto. Llevaba la tristeza prestada, porque en realidad ella era fuerte y podía vestirse con una sonrisa distinta cada día, sin embargo, pedía tristeza, era su forma de decir que se sentía mal, que estaba hecha pedazos. Iba con los auriculares en las orejas conectados a su iPod, escuchando canciones que criticaban al amor y más tarde canciones que lo necesitaban. Ella estaba en los dos bandos, entonces se paró en un banco, se sentó y se paró a recordar todos los momentos que había vivido con todo el mundo, desde el amigo más antiguo hasta el más cercano, desde su primer novio hasta su último, pensó que debía agradecer muchísimas cosas a tantísima gente, que era imposible agradecerles todo lo que habían hecho por ella en el resto de su vida. Sacó una toalla húmeda de su bolsillo y se quitó el rímel de la parte inferior de los ojos, a la misma vez que se sacaba un gran peso de encima, no iba a joderse la vida ni un momento más, estaba harta de todo este mundo pero no de las personas que lo rodean, por eso pensó que no sería justo dejar su vida en un punto muerto, y la revivió. Hoy, sigue vistiendo las mismas medias y botas, pero ha cambiado de camiseta, se puede leer fácilmente ‘We all win.’