Ella no era una
cualquiera, no. Ella era una… ya sabes, una especie extinguida, como esos
animales raros, más bonita, por supuesto. Solía vestir medias negras, de esas
de rejilla y camisetas de grupos desconocidos antiquísimos con bufandas de dos
metros de largo multiplicado por uno de ancho que le protegían hasta del frío
en las piernas. Se rapaba cada mes media parte del pelo, era su estilo… como
ella no había ninguna. Estaba totalmente loca, sí, chiflada y no era especialmente
abierta, si no veía intención de la otra gente, ella no se mostraba. La gente
incluso le tenía miedo aunque nadie lo aceptara, pero a mí no, yo la miraba y
la sonreía, ella se hacía la perdida y luego me venía por la espalda sonriente
con sus labios rojo pasión, el cigarro medio consumido y su collar de
Jesucristo.
-¿Sabes qué te digo?
Que voy a vivir en libertad.
Aquella era la frase
más usada de su largo vocabulario y la que más me gustaba oír. Me daban ganas
de ir a vivir con ella en libertad, llevármela en moto a la otra punta del
universo y contarle con un eco diferente lo que sentía por ella, parecer Scarlett
Johanson al gastarle los labios… me daban ganas de tirarme del edificio más
alto de la ciudad sin necesidad de preocuparme por cómo aterrizara, ya que si
con ella vivía en libertad, se nos desplegarían una especie de alas con las que
realmente podríamos llegar a ser libre.
Así fue como conocí
al amor de mi vida. A día de hoy, sigue siendo la persona más especial del
mundo… es mi mujer.
Resulta difícil
comprender como un amor adolescente puede llegar a ser tu felicidad personificada
para el resto de tus sucios días.
2 comentaris:
Wowwwww !!1 es hermosisiiimo...que linda historia de como surgio su amor...me encanto!!! les deseo lo mejor !! Un Abrazo !! ;)
Qué precioso. Me encanta, el final es genial... Y la foto es una pasada *.*
muaaak
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